miércoles, 14 de octubre de 2009

LA SOBREVALORACIÓN DE LA VESTIMENTA SEGÚN LA PERSPECTIVA DE CONDICIONAMIENTO OPERANTE

Las personas somos seres sociales que, en buena medida, a través de nuestros actos, reproducimos patrones o modelos de conducta, expresión o manifestación en general que están “consagrados” en nuestro medio; es decir, que gozan de aceptación y aprecio común. Tales modelos o patrones reciben el nombre de “estereotipos”, término que, generalmente, se asocia de manera exclusiva a las concepciones o representaciones injustas que se tiene de grupos o colectividades distintos del nuestro. Ciertamente, esos tipos de concepciones del otro, del que es diferente son estereotipos ([pre]juicios estereotipados); pero también lo son, por ejemplo, el comportamiento recatado que adoptamos en reuniones “elegantes” (conducta estereotipada), la forma tan cargada de respeto en que nos dirigimos hacia los ancianos (expresión estereotipada) o el tipo de vestimenta que uno usa en determinados contextos formales. Algo característico del estereotipo es que se actúa sin un previo proceso de reflexión y crítica (o muy limitado), simplemente por el peso de la costumbre; muy diferente a lo que sucede con una postura ética que se deriva de una serie de razonamientos individuales y su correspondiente forma de actuar.
La apuesta de este artículo es explicar, desde la perspectiva de CONDICIONAMIENTO OPERANTE de B.F. Skinner, la notoria sobrevaloración e importancia que en nuestra sociedad se le presta a los estereotipos de vestimenta. Trataré de responder a las siguientes preguntas: ¿por qué las personas experimentan esa suerte de impulso, esa sensación de estar obligados a vestirse de acuerdo a la convención social predominante?; ¿cuál ha sido el proceso por el cual se ha llegado a establecer en nuestra subjetividad que tales estereotipos son tan importantes? Para tal fin, en un primer momento presentaré de manera sencilla y general la propuesta de Skinner sobre ese tipo de aprendizaje asociativo. Después, valiéndome de este marco conceptual, desarrollaré la explicación que pretendo acerca de los estereotipos de vestimenta.

Myers señala una definición de condicionamiento operante: es un tipo de aprendizaje mediante el cual un comportamiento es incentivado o aumentado, o de otro lado reprimido o disminuido, si es o recompensado (reforzado) o castigado. Dicho de otro modo, a través del condicionamiento operante los sujetos asocian comportamientos con sus consecuencias. (Podemos apreciar la notoria importancia que tienen, para esta perspectiva, los efectos del refuerzo y del castigo.)
Ahora, antes de explicar la evidente importancia que se le brinda a los estereotipos de vestimenta, quisiera dar cuenta de cómo es que se instalan en nuestra mentalidad. En principio, hay que decir los estereotipos son construcciones culturales; es decir, que son creaciones producto de la acción de hombre. No siempre han estado allí ni conservado las mismas características (son mutables; varían en el tiempo). ¿Cómo es que los hacemos nuestros? A diferencia de lo que sucede en los experimentos realizados por entrenadores de animales, en los cuales se los va premiando a medida que sus acciones se acercan a la conducta deseada (método de aproximaciones sucesivas), las personas transmiten los estereotipos mediante instrucciones específicas, a través de la enseñanza de códigos de vestimenta concretos. Desde que somos niños y a lo largo de nuestra vida, nos indican las formas específicas en que debemos estar vestidos para determinados contextos: una cena formal, un velorio, el colegio, una entrevista o centro laboral, etc. Mientras tanto, se va formando en nuestra mentalidad un “sentido común”, una suerte de voz interior que nos guía a vestirnos de acuerdo a las reglas adquiridas y no de otra manera, pero que también tiene un papel notorio sobre las valoraciones que realizamos sobre los demás según como vistan.
La razón por la cual el cumplimiento de los estereotipos de vestimenta es considerado tan importante para la gran mayoría de la sociedad es que estamos condicionados a hacerlo (desde la perspectiva de Skinner). Es innegable que cuando alguien está “muy presentable” (vestido “elegantemente”) despierta entre las personas admiración y recibe un trato más cordial; dicho de otro modo, obtiene estima y aprecio social. Por el contrario, si alguien asiste a algún lugar (en general) de forma “descuidada” o “desfachatosa”, seguramente es tratado con desconfianza o incluso abierto rechazo. Hay claramente una lógica de recompensa/castigo que incentiva o reprime un comportamiento. Imaginemos que alguien, por ejemplo, en una calurosa tarde de verano decide asistir a una entrevista de trabajo sin el incómodo conjunto de pantalón, camisa y corbata, y se da cuenta de que el empleador siente hacia él disconformidad e, incluso, rechazo. Este ejemplo (que puede resultar absurdo para muchos) realmente evidencia las injusticias o, en todo caso errores, a los que se presta un empleo ciego y doctrinario de las valoraciones según los estereotipos. ¿Acaso alguien es más competente porque viste así? El hecho es que quien se atrevió a no vestir así probablemente no lo vuelva a hacer, pues el comportamiento que tuvo fue seguido por un acontecimiento desagradable (rechazo). Se asocia una conducta o comportamiento con su consecuencia y así se suprime o “disminuye”.

En conclusión, la importancia que le otorgamos a los estereotipos de vestimenta es, en buena medida, un resultado del proceso de condicionamiento operante mediante el cual se refuerzan los usos de vestimenta socialmente aceptados. Aprendemos que seguir los códigos establecidos son “recompensados” con estima y aprecio social.
Marco Andrés Ponce Enríquez 20068155

2 comentarios:

  1. Marco extaordinaria reflexión. Te felicito realmente y espero que te lean y comenten.

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  2. Excelente apreciación del tema. Esto me lleva a reflexionar un poco sobre la autenticidad del individuo y el hecho de que a veces entra en conflicto con la sociedad.

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